por Patricio Cavalli
Hablemos un minuto de símbolos, signos y señales. Olvidemos un minuto la crueldad de la realidad, que alguien ha calificado de "cobarde asesinato" (¿hay acaso un asesinato valiente entonces?).
Pensemos en esta señal: un policía muere en cumplimiento del deber -como tantos otros-, pero en lugar de caer en la indiferencia de la sociedad, los vecinos de su zona salen a la calle, aplauden la cureña que traslada el cuerpo, transforman el lugar del asesinato en un santuario con flores, lloran su pérdida, y van a una misa en su honor.
Un raro momento de conexión entre la sociedad civil y la policía bonaerense, pocas veces vista, y que pocas veces será repetida.
¿Qué nos dice, qué señal transmite, el hecho de que "la gente" se vuelque a la calle, al caer un integrante de una fuerza llamada colectivamente "la maldita policía"?
El agente -ahora Capitán post ex- Garrido es un héroe, sí, puede ser; pero además un símbolo raras veces acuñado por una fuerza cuya imagen general es bajísima. Y que por pura casualidad, por pura tragedia, vive un momento de conexión con la sociedad que hace mucho tiempo no tiene.
Si la Policía Bonaerense fuera una marca -lo es, en muchos sentidos; pero es mucho más que una marca-, sería el momento de decirle: este es su camino, este es su producto, y este es su momento.
De la tragedia, algo bueno puede sucederle, a la "maldita policía", en un país de malditos asesinos, y maldita indiferencia social.
miércoles, 18 de febrero de 2009
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