domingo, 29 de julio de 2007

DestefanoBIZ: Saberlo es Negocio. Revista Mercado. Julio 2007


Saberlo es Negocio.


DestéfanoBIZ es hoy una de las marcas periodísticas emergentes más reconocidas del mundo de los negocios. Sus productos editoriales llenan a la comunidad empresaria de datos e información difícil de conseguir y permiten a su creador -periodista y ex hombre de finanzas- generar un negocio paradigmático de la sociedad del conocimiento y la era de la información.










Foto Gabriel Reig



José Destéfano abrió la puerta de su almacén de Adrogué como todos los días, se peinó frente al espejo y se puso a trabajar. Al final del día se dijo: “Sí, esto de mirarse a un espejo para saber como nos verán nuestros clientes, funciona”. El truco no era un truco más: lo había leído en el libro Saberlo es negocio, de su hijo Claudio Destéfano.

El libro es la punta de un iceberg que se mete profundo en el mundo de los negocios de la Argentina. Claudio Destéfano es un cosmonauta: ha descubierto un planeta, lo ha bautizado y lo está colonizando.

El negocio de los negocios

El PlanetaBiz es un mundo de información de negocios donde conviven su libro, editado por Aguilar; su programa semanal Radiografía, el Programa de los Número Uno (lunes 20 a 21, FM Identidad 92.1) -en el que en once años de aire participaron cerca de 1.500 managers de empresas-; su columna como corresponsal en Buenos Aires del programa Tiempo Presente, Radio Concierto FM (Montevideo, Uruguay); su columna sobre temas de marketing deportivo en Despertate de Diego Bonadeo, Alejandro Klappenbach y Pablo González (TyC Sports); su micro diario sobre tema de negocios en Canal Rural; sus artículos de negocios en la Revista Apertura; sus columnas empresarias en SubTV y en el canal interno de Buquebús; y su actividad académica: es director del Programa de Management Deportivo en el ESEADE y director del Programa de Periodismo de SportBusiness del Círculo de Periodistas Deportivos. “Destéfano es un multimedios” dice de él su amigo y mentor Gabriel Griffa.

Todo eso es sin contar su mayor invento, su principal herramienta estratégica y una de las principales innovaciones en el periodismo de negocios de los últimos años: el newsletter interactivo DestefanoBiz.

A través del newsletter (al que nos referiremos como “El Biz”, ya que así lo llaman sus suscriptores), casi 20.000 empresarios de primer nivel del país reciben todos los días, cerca de las 10 de la mañana, una dosis de información fresca sobre negocios y sobre el mundo que los circunda. La “data” del Biz tiene que cumplir con la condición de no haber sido publicada en ninguno de los diarios de ese día. Son primicias, inéditos, datos profundos emanados de las entrañas de la bestia: los mismos lectores del Biz producen muchos -no todos pero muchos- de los datos que se publican en sus páginas y que se conocen en el idioma del PlanetaBiz como datillos, o sea datos de pasillo.

Los negocios no son lo único que componen la oferta del Biz: el amante del fútbol o del deporte podrá leer el SportBiz, el MatchPointBiz y el especial de la Copa Toyota Libertadores; los financistas tienen el especial de SzewachnomicsBIZ, el TombstoneBIZ y el MarketBIZ auspiciado por Inversor Global. Otras fuentes de inspiración son el IdeasusadasBIZ, que cuenta casos de negocios históricos exitosos; el PeopleBIZ auspiciado por Róndine, con todos los pases interempresarios y la infaltable lista de eventos de la AgendaBIZ. Finalmente, el día se relaja y la vida comienza realmente a tener sentido con el GourmetBIZ y el AfterBIZ.

Los suscriptores no pagan un centavo por recibir el Biz. Son las marcas auspiciantes las que aportan el valor económico: sólo los banners del newsletter muestran los isologos de Revista Brando; Movistar; McDonald´s; Unicenter; Paladini; Karavell; Timberland; Merrell; Everlinks; Columbia; Shell; Yancanelo; Magnasco; Callia; Delta; Prosegur; Expofrut; el pueblo marítimo Punta Médanos; Vodka Pravda; los objetos de arte de Bettina West; Data Markets; Acindar; Pinar del Faro; MAPFRE; Avaya; Sodexho; Davidoff; Banco Finansur; Celetto; cosmética Natura; fiambres Calchaquí; Pérsicco; Izrastzoff; el pub Buller; Boehringer Ingelheim; Milka; Ernst & Young; ciudad de Mar del Plata; bodega El Portillo; Estancia Cristina; Tonel Privado; Kraft; LinkSat Velconet; BMW; Galeno; SubTV y América AM 1190.

Cada auspiciante paga por estar en el Biz cerca de $ 1.500 por mes, pero las tarifas varían de acuerdo a la fidelidad del auspiciante. “Los que están conmigo desde el principio saben que están pagando muchísimo menos que el que entró hace dos meses. Y como tengo una larga lista de espera para entrar, no se van”, dice Destéfano.

Lo leí en el Biz.

Destéfano es un hombre de su tiempo: ha generado a través del Biz un perfecto producto de la sociedad del conocimiento, de la era de la web 2.0 y del user-generated content. Los usuarios generan los contenidos y el editor los filtra, organiza, distribuye y garantiza su veracidad. Quien lee una información en el Biz sabe que el dato es legítimo porque Destéfano edita el Biz y porque Destéfano conoce personalmente a cada uno de sus 18.458 suscriptores (al cierre de esta edición), les responde personalmente los emails (recibe casi 160 por día) y se ocupa de chequear a través de varias fuentes los datillos que suenan raro.

El Biz es además una comunidad, una especie de logia secreta que comparten sus suscriptores, que muchas veces son pobladores del mundo Biz y no saben que están hablando con otro poblador. “Estoy buscando el nombre para un barrio de Palermo” dice un brand manager en una cena; “Jeje, para un site de negocios, ¿no?”, responde una agente de prensa; “Yo ya mandé el mío”, agrega un periodista. Todos suscriptores del Biz, que usan la información que el medio aporta, pero que ninguno dice inicialmente de donde la saca.

Publicar un datillo en el BIZ tiene el sabor de lo transgresor -la mayoría son datos internos de las empresas y por lo tanto confidenciales- junto al placer de haber enviado a la comunidad un dato que sacudirá estructuras. Cada lector es entonces un periodista (la cadena NBC dirá un small media) que publica una primicia. ¿Se construye un barrio privado en Tigre; se cierra un acuerdo entre una marca y la AFA; hay despidos inminentes en un banco; cambia el gerente de una agencia de publicidad; un banco lanza una OPA? Los suscriptores se enteran por el Biz y hay alguien que se regodea porque, anónima o públicamente, lo publicó en el Biz.

Si alguien pide reserva de su nombre, aparece como un personaje ficticio: el bodeguero InBizible; MísterBiz; MisisBíz; el hombre de la birra de hielo -le pasa los datillos a Destéfano bebiendo cerveza en Buller-; la beibi del Orígenes Running Team; o el mejor de todos: Isidro, un lustrabotas de la city porteña, profesión que en el dialecto Biz se dice lustratimbos.

Claro, hay otro estímulo: cuando un dato es “una bomba”, quien lo envía se lleva un premio: un kilo de helado en Pérsico; un urban kit de Merrel; latas de aceite Yancanelo; un Callia Extra Brut; quesos Magnasco; unas pintas de cerveza en Buller; patés Paladini y otros. También hay concursos (bautizar al nuevo barrio gastronómico de Palermo fue uno) y la información se mezcla con adivinanzas en párrafos del estilo: “Isidro, el lustratimbos que pasa por Banco Finansur todas las mañanas, me contó que los Sánchez Córdova armaron un tour esta tarde con varios de sus clientes prímiums, y a él lo contrataron para sacar lustre a los zapatos de los concurrentes. Prometí estar, y de paso me ahorro la lustrada. Por las dudas abrí el ambrela y, si no llego a pasar, Isidro quedó en averigüarme por dónde anda Antonio Llaya. Si le ganas de mano al lustratimbos y me lo contás a

claudio@destefanobiz.com.ar, te llevás dos latitas de oliva Yancanelo”. (18/5/07).

Dialecto propio

Alto. ¿Dice ambrela, no? ¿Y béibi? Sí. “No manejo bien el inglés asique lo pongo así, como suena”, dice Destéfano. ‘Dólares’ en el idioma Biz se dice vérdings, georgies o ar-manis: la descontractura y el humor es una marca del Biz: Destéfano recorre la ciudad en rollers o a bordo de un sidecar, mientras pasea entre los eventos más importantes del mundo empresario. “Me muero de risa cuando lo escribo y escribo como te hablo, no lo fuerzo, no hay un método”.

“Lo peor que me puede pasar es que se me vaya un lector del Biz. Respondo todos los días más de cien emails y no dejo uno sin responder”, dice. Claro, ese nivel de interacción obliga a poner un límite: “Faltan 1542 BIZERS para cerrar las compuertas en 20.000”, dice un banner con cuenta regresiva en el email.

EstrategiaBIZ

Con veinte años de experiencia en medios gráficos como redactor, columnista y corresponsal en distintas publicaciones como Clarín, El Cronista, Infobae, Olé y El Observador (Montevideo), Apertura, La City, Mística, Somos y El Federal; diez años como conductor, columnista, co-conductor y creador de distintos programas en Radio América, Radio Cultura, Radio El Mundo, Belgrano, FM La Isla, Splendid Talk Radio, FM Identidad y Concierto FM (Uruguay); seis años de experiencia en televisión como columnista especializado en temas de negocios y ocho años de experiencia como oficial de negocios y operador de mesa de dinero en bancos, Destéfano se precia de tener la agenda de negocios más grande de Buenos Aires.

Es posible que la tenga: en su libro, cada capítulo cuenta un caso de negocios, que luego es disecado y comentado por personajes del calibre de Mariano Rodríguez Giesso, Luis Mario Castro, Tom Wise, Enrique Szewach o Jorge Stuart Milne.

“Cuando empecé a planificar mi carrera tomé una decisión estratégica: hacer Destéfano S.A., con foco está en lo que llamo el NEF: negocios, empresas y finanzas. Sabía que hacer el camino tradicional de un periodista: empezar en un tema y crecer hacia otros, no me iba a servir. Yo preferí hacer el crecimiento vertical, enfocándome en lo que soy bueno, o sea en el NEF y buscando desde ahí diferentes tribus. El DestéfanoBiz es hoy mi core business, y está enfocado a mi target principal: corporativo, ejecutivo, 25 a 60 años, todos con oficina, todos con Internet, todos tienen una AFJP y todos consumen productos de primera calidad. Si el Biz lo entiende mi papá, es que lo estoy haciendo mal”.

A partir de ahí comienza a buscar los diferentes públicos, a través de los diferentes medios. El papá de Destéfano, amante del fútbol lo encontrará en las columnas sobre deportes de TyC Sports; su mamá en el canal de subte; la gente de campo en el Canal Rural; los deportistas en sus columnas de El Gráfico y los fierreros en su micro en El Garage.

Siempre, los contenidos son manejados bajo el paraguas del NEF: “No cuento el gol de Palermo. Cuento que lo patéo con un botín Puma y que por tener ese botín le pagan tanta guita -explica-. Lo mismo en el caso del campo o con los fierros. Yo no manejo pero agarro a los fierreros por el lado del marketing”.

Finalmente, su “pata académica” la compone su programa de management del negocio deportivo en el ESEADE. “Ahí lo que dije es: si yo soy el referente y este negocio va a crecer, tengo que asegurarme de armar el dream team -en dialecto Biz el drím tím-. O sea, agarrar a todos los tipos interesantes a los que me gusta hacerles notas y que sé que dicen cosas interesantes. Lo que hice fue tomar profesores de tal envergadura, que el que quiera hacer otro programa similar va a tener que ir a buscar a los segundos mejores y el nuestro va a ser siempre el más valorado”. Con aula llena, la primera clase del programa en abril de este año contaba con personajes como Salvestrini, Di Tomasso, Prat-Gay y el árbitro mundial Horacio Elizondo.

“Ahí lo que estoy haciendo es trabajar en un semillero de management deportivo. Pero con eso no alcanzaba: había que armar un semillero de periodistas, y ahí organizamos con el Círculo de Periodistas Deportivos un programa de periodismo de sport business, para armar una plataforma de periodistas que conozcan el tema. Lo importante es hacer que el negocio crezca para todos”.

Tal vez esta última frase devele la característica que sus lectores más valoran del mondoBIZ. Destéfano parece estar recubierto de alguna aleación refractaria especial: estar inmerso a diario en la fría y despiadada jungla de los negocios, no parece afectarlo como persona.

“Todo esto empezó una madrugada que me dí cuenta que no estaba viendo crecer a mi hijita -explica-. Al día siguiente renuncié a mi trabajo en InfoBae y empecé acá. La clave es que, como dice Moria Casán, no se te suba el maquillaje a la cabeza”.

Patricio Cavalli




Revista Mercado
Julio 2007










Golfari: manifiesto contra la mediocridad. Revista Mercado, julio 2007.















Foto: Gabriel Reig



Golfari: manifiesto contra la mediocridad.

Una mirada al mundo y la visión de uno de los ejecutivos publicitarios con más experiencia del mercado. Sus definiciones y decisiones pueden cambiar en un instante la vida de muchas agencias de publicidad. De hecho, lo hacen todos los días para las cincuenta oficinas de América Latina que le responden. No suele dar entrevistas, y cuando lo hace, es imperativo sentarse a escucharlo.

Es como dice dice Charly García: nunca esperé encontrarme con el sabio, en su oficina y de tan buen humor... Ubicada en un tercer piso sobre Sarmiento casi esquina Maipú, la oficina de Marcos Golfari tiene dos cuadros de caligrafía oriental, un miniputter de golf, un afiche, dos estanterías colgantes con recuerdos de varios años de carrera y varios continentes, un escritorio de vidrio que mira a la pared, una laptop, dos asientos de cuero negro y entre ellos una mesa de café. Sobre la mesa, varias revistas, un cenicero sin uso y una revolver imitación calibre .38 de cristal macizo. Detrás de uno de los sillones, está la ventana, que mira a la calle Sarmiento.

Windows on the world

Cuando Golfari, CEO regional para América Latina, miembro del Comité Ejecutivo Mundial y miembro del Directorio Mundial de Ogilvy&Mather; ex gerente general de JWT; ex presidente de Ogilvy Italia y ex gerente general de Ogilvy Argentina, abre su ventana todos los días y mira al mercado mundial de las comunicaciones de marketing, ¿qué es lo que ve?

Primero, la digitalización no es el futuro. Es el presente: “La publicidad cómo la conocemos hoy, cómo era cuando yo empecé, cómo todavía se enseña en las universidades, se terminó. La pantalla de la computadora lo cambió todo”, explica. Y cree que la misma expresión pantalla de la computadora ya es un anacronismo lingüístico. La pantalla es una matriz de datos, donde trabajamos, nos entretenemos, compramos, recibimos información y ofertas personalizadas y operamos muchas de nuestras variables diarias, en forma simultánea.
Pero, aclara, la tecnología es nada sin inteligencia. “Hace poco me llegó una oferta de mi marca de palos de golf. Pensé y pensé cómo habrían sacado mis datos: ¿Internet, bases de datos, la tarjeta de crédito, una compra en Miami…? No, finalmente me enteré: le habían tirado unos pesos al cuidador del club y éste les había dado toda la información. La viveza hace que la tecnología tenga potencia”.

La cuestión está en la definición del término digital. Muchas veces confundido con un tema que pasa sólo por las computadoras, la digitalización abarca también la televisión y las comunicaciones por celular. Hay lugares del mundo donde el desarrollo de las comunicaciones personales alcanza grados de sofisticación impensables en nuestro país. Un ejemplo simple: “En Japón no sólo usan el celular para comprar entradas o pasar por el molinete del subte. En Tokio hacen un concurso de pesca por celular: a la mañana te llega un SMS para que ubiques seis anzuelos en la Bahía de Tokio. Vos llamás y elegís el lugar y la profundidad. Y a lo largo del día, te van avisando: ‘Pescó un bagre’; ‘Pescó dos dorados’ –obviamente, los Tokioleses más bien pescan hazes, kohadas, kisus o shakos- de manera tal que si termina el día y vos ganaste podés elegir un premio. El pescar genera llamados telefónicos, y un ida y vuelta para generar información con un individuo, a través de un juego. Imaginate qué pasa si eso lo hace una marca”.

Y lo hacen: Nestlé envía en Japón mensajes a los celulares de sus clientes ofreciéndoles recetas comidas preparadas para alivianarles la vuelta a casa. Con un SMS la persona acepta la receta, pasa por un supermercado y la comida Nestlé lo está esperando. Llega a su casa y sólo le resta calentarla.

Ese es el mundo que se acerca desde el horizonte, a velocidad desmedida. “Esto se difunde muy rápido. Estamos tratando de adecuarnos al cambio –reconoce - porque el cambio es dramático, y primero hay que tratar de entenderlo.” ¿Y cómo piensa adaptar Golfari a su organización a este cambio? “Le damos mucha importancia al tema. Tenemos una operación en Argentina, México, Brasil y Miami que no sólo hace publicidad digital, sino que hace medios digitales identificando oportunidades, llamada Neo@Ogilvy. También tenemos a Ogilvy Interactive: son creativos que desarrollan comunicaciones digitales. Pero necesitamos crecer sobre el tema: nuevas técnicas, nuevos desarrollos, nueva gente. Y confieso que ahí crezco con adquisiciones. Esto, ninguna agencia tradicional lo tiene desarrollado. Esto lo encontrás en shops creativos y la idea es comprar la gente y el negocio. No hay otra forma”.

Talento del sur

Segundo, La oportunidad histórica de Latinoamérica. Golfari se muestra sorprendido por la madurez y la estabilidad económicas de la región. Uno de sus efectos inmediatos es su despegue creativo y su crecimiento en términos relativos de facturación. “En Ogilvy, América Latina siempre representó el seis porciento de la facturación global y hoy representa el once”, explica. La región brilla en dos zonas de luz: talento y precio. “Exportamos talento. A tal punto que las campañas de Coca Cola que se ven en todo el mundo las hacemos acá, en Argentina”. De hecho, en Colombia y Argentina, Ogilvy tiene instalado un hub creativo especial que maneja entre cincuenta y cincuenta y cinco porciento del negocio de esa marca.

Todo ese talento, está además disponible a bajo precio. “Con lo que se paga una dupla una semana en América Latina en Europa sólo se paga un día. Es más, estamos pensando en crear centros de producción para materiales impresos en Costa Rica, Argentina y Chile. ¿Con quién competimos? Con la India”. Argentina compitiendo con India por imprimir un folleto para Europa: impensable hace diez años, hoy es una realidad.

Las zonas de sombras también existen, claro: hace falta gente preparada y lista para asumir la carga de trabajo. “No damos abasto. El crecimiento exige calidad y, sí, hay que robarse los creativos”. Y la región debe seguir trabajando para generar credibilidad financiera. “Ahora nos creen. Trabajamos con una conducta de planeamiento financiero hábil y concreta. Hace siete años presentamos y cumplimos el budget”. ¿Y que pasa con la eterna imagen del latinoamericano chanta que suele tener el mundo? “No exageres. Ahora está revertido, pero ponete un minuto en la mentalidad sajona: ya no hay manchas posibles”.

Creativos somos todos

Tercero, Argentina necesita pensar en colores. Golfari cree en trabajar con alegría. “Ahora estamos un poquito bajoneados… y así no sos creativo, no pensás en colores. Cuando uno se enoja, las cosas salen mal, no hay que tomárselo tan en serio –enfatiza-, con cara de enojadito, ¿viste?”. Factores como la inseguridad, la “chantada política”, los mensajes vacíos y la falta de perspectiva son las que lo preocupan y los que cree nos nublan la visión. “Pero no pasa sólo acá: Bush ganó una elección perdiéndola”.

Dentro de este esquema, Golfari se repite desde hace treinta y siente años un credo: creativos somos todos. “Cuando empecé en esto me dije, yo no soy creativo, pero voy a intentar serlo. Y si día a día lo intentaba iba a poder mejorar”.

Sus orígenes a los veinte años en Cícero Publicidad lo inundaron de creatividad. Trabajó con Raúl Shakespear (que luego diseñaría la señalética de la Ciudad de Buenos Aires); con Jorge Schussheim (hoy autor de ‘No todo va mejor con Coca Cola’) y con Marcos Mundstock (hoy Marcos Mundstock). “Aprendí que hay que escuchar hasta la última pavada… la creatividad no es un papel y un lápiz, la creatividad es entusiasmo. El término ‘creativo’ es antiguo, con el tiempo se va desdibujando. Creativo es un hombre que descubre que Dove tiene una arista para llegar a las mujeres, diciéndoles que hay una belleza que no es la de la publicidad. Dove fue creada por un planner, no por un creativo. ¿Y Sprite? Dice la verdad de una forma brutal y sincera. El tipo que trabajó en esa campaña tiene una sensibilidad muy especial sobre los jóvenes y su percepción de la verdad. Es Bernardo Geogeghan, anotá ese nombre”, dice. Su metodología es estimular la creatividad trabajando en 360º: creativos, planners, cuentas, medios, todos juntos abordando un problema. “Pero en un futuro quiero incorporar un arquitecto, un escenógrafo… personas con sensibilidades especiales y diferentes”.

La cruzada

El cuarto elemento de la visión Golfari es un llamado a las armas para luchar contra la mediocridad. Le habla a los anunciantes: “No acepten comunicaciones mediocres. Y den el tiempo para que las ideas buenas se generen. Las agencias muchas veces llegan con lo que hay, por tiempo y por urgencia. No, señor. No compre si no está convencido, se le va a quedar atragantado. El afiche mal impreso va a estar siempre ahí en la pared. Hay veces que veo televisión y digo: no puede haber alguien detrás aprobando esa idea. Hay cosas muy malas, y no hay que aceptar la mediocridad”.

El tema creatividad no es menor en Ogilvy. La agencia divide el mundo en cinco territorios: Europa, Asia Pacífico, EE.UU., América Latina y creatividad. Cuatro territorios geográficos y uno conceptual, hacen que al aplicar este credo, Golfari sea infinitamente más enfático en su propia agencia.

Algunos altísimos ejecutivos, CEOs y gerentes de agencias que han trabajado con él suelen decir: “Tengo la escuela de Golfari”. Con humildad, él lo niega: “No creo que haya una escuela. Pero sí soy exigente con mis ejecutivos… quiero que sepan”. Es el único momento en mira hacia el pasado. “Antes la exigencia era mayor. Una vez al mes hacíamos una radiografía, un análisis exhaustivo mensual de la marca. Era obligatorio. Ahora ya nadie la hace. Hace poco pedí una revisión de la marca IBM, para ver cómo estábamos en la región. Costó, la hicimos en un par de países, pero no como un proceso natural. Debería ser natural que un director de cuentas se juntara con su gente a verificar el rumbo. A mí me mandaban ir a hacer un trabajo horrible: el store check para Quacker. No sé si era importante por la información que generaba. Pero era un tema de disciplina que ahora se va perdiendo”.

Y aunque él la niega, la tesis de la “escuela Golfari” queda demostrada por sí sola cuando hace una abierta y franca autocrítica de su propia labor gerencial: “Mi tarea es revisar todas las oficinas de América Latina. Son veintidós países y cincuenta oficinas y no estoy haciendo un trabajo perfecto, lo reconozco. Por ejemplo, me siento en falta porque debería haber estado en Colombia dos meses atrás y voy a ir recién dentro de un mes. Pero así es mi trabajo, voy oficina por oficina: priorizo Argentina, Brasil, México, Miami, y luego las otras oficinas, de acuerdo a las necesidades. Tengo una rutina totalmente cambiante. Entro temprano a las agencias, reviso las finanzas, veo la creatividad al mediodía, luego tengo una charla con el top management y a la tarde estoy en otro avión. A eso se le suman seis reuniones por año del board mundial donde represento a la región frente al resto del mundo”.

Golfari cree en el trabajo en equipo: “Siempre tengo la puerta abierta. Cuando alguien me viene a ver, tengo dos respuestas: ‘entrá’, o ‘dame cinco minutos’. Me gusta recibir la información de primera mano, decir las cosas a la cara y dialogar. Nuestro negocio es la gente y el truco es hacer que la gente se sienta muy útil”.

Quo Vadis

La formación de los nuevos cuadros gerenciales a la que se está dedicando, es señal de que Golfari hace planes. Halaba las cualidades profesionales y personales de Gustavo Martínez, gerente de la operación local. “Lo contraté entre 2000 y 2001. Se lo mandé a Sheryl (por Sheryl Lazarus, presidente mundial de la agencia) para que lo convenza de venir”. Ahora, Martínez es vicepresidente regional y las apuestas suben. “No, no es mi delfín, pero es un candidato a trabajos regionales. Es uno de esos cachorros que la organización debe proteger”.

La ventana, en algún momento, debe cerrarse. Queda por ver una sola cosa: ¿hacia dónde va un ejecutivo que posiblemente ya haya llegado al punto más alto que puede ofrecerle la organización en la que se desempeña? No pocos le vaticinan un lugar en un poderosísimo board mundial. Pero hay que esperar para saberlo. Vaya hacia donde vaya, hay muchos colegas esperando para seguirlo y muchos clientes también. El mercado en general, no debería perderle pisada. La ventana en algún momento se abrirá sobre ese tema, y los que puedan ver en ella, posiblemente verán de nuevo una buena parte de lo que nos depara el futuro.


Patricio Cavalli



Revista Mercado
Junio de 2007