miércoles, 23 de abril de 2008

El Siglo XXI, en manos de la naturaleza

El Siglo XXI, en manos de la naturaleza

Por Patricio Cavalli

¿En qué siglo vivimos? ¿En qué siglo queremos vivir?

En octubre de 2002, estuve en la universidad Texas A&M tomando un curso de management.

Uno de los módulos opcionales del major era Emergency Management, un tema en el momento lejano, pero que me pareció interesante.

Terminado el curso, que dio un ex instructor de la marina de los EE.UU., la American Red Cross hizo una rifa a beneficio, donde se sorteó un bolso S.I.P., sigla de Shelter In Place, es decir, Refugiarse en el Lugar.

Más o menos lo que tiene el bolso puede verse en este link: http://www.redcrossstore.org/Shopper/Product.aspx?UniqueItemId=36&Page=1&StartAtPage=1&SId=272068&LocationId=0

Tuve la buena suerte de ganar el sorteo, así que me traje el bolso, que veía como parte de la parafernalia que se puso a la venta en EE.UU. con la psicosis paranoica post-11 de septiembre.

Pero la semana pasada, cuando mi casa, 14 pisos hacia arriba, quedó sumergida en el humo y mi mujer -embarazada de 8 meses- encontraba respirar cada vez más difícil, el "bolso paranoide", que vegetaba en un placard, empezó a verse más atractivo.

Seguimos el manual proporcionado por el FEMA (Oficina de Administración de Emergencias de EE.UU.), pero de todas maneras, fue inútil. Usamos toda la cinta para sellar las ventanas, pusimos los trapos mojados bajo las puertas, cerramos ventanas y cortinas, prendimos el split.

Nada de eso funcionó.

El humo seguía entrando, y por eso, a la madrugada del viernes 18, nos fuimos a buscar refugio en tierras más bajas y más oxigenadas.

Fue en ese momento, cuando supe de las palabras más aterradoras que he escuchado en muchos años de un funcionario público.

Frente a los focos de incendio, decía la Secretaria de Medio Ambiente Romina Picolotti, estamos "en manos de la naturaleza".

Si entiendo bien, en pleno Siglo XXI, una Nación con superávit fiscal, crecimiento a "tasas chinas", y recursos e infraestructura para crear trenes bala, queda en manos de la naturaleza cuando se trata de apagar un incendio de pastizales.
Según el gobierno, nosotros -y los valientes bomberos voluntarios, que luchan más a pecho y pulmón que con los recursos que necesitan-, debemos esperar a que la naturaleza algún día traiga la lluvia, si se puede con formato de sudestada, para llevar el viento lejos de Buenos Aires, (aunque seguramente a algún otro centro urbano).

Y seguramente, cuando por obra y gracia de la naturaleza venga la sudestada, inundará la ciudad, tapará sus avenidas, tirará abajo sus árboles y hará evacuar a muchos de sus habitantes. Porque también frente al agua, estamos "en manos de la naturaleza".
Y mientras el mundo diseña iPods; se interconecta con banda ancha; genera redes sociales, de debate y comercio virtuales; se prepara para entrar en norma 4G de celulares; realiza planes para tener ciudades Wi-Max; explora el espacio; busca fuentes de energía renovables y no contaminantes; crea autos con hidrógeno o microchips de silicio; y debate los límites y alcances de la conectividad y digitalización, la concepción del gobierno sobre la Argentina ha vuelto al Siglo XI: a las manos de la naturaleza.

Por eso, éste es un llamado desesperado a los tantos argentinos, de la comunidad del marketing, de los negocios y del mundo empresario, que día a día fuerzan sus mentes - y luchan entre el humo, tan metafórico del rumbo incierto que llevamos- para tratar de estar a la altura del siglo que vivimos.

No es una cuestión política o partidaria para mí. Es una cuestión conceptual.

Ojalá el mundo de los negocios en general, y el del marketing en particular, con su capacidad de generar ideas, ser creativo, buscar la innovación, explorar límites y superar obstáculos, nos sirva para contrarrestar la mentalidad derrotista y medieval que, parece, se ha apoderado de la cabeza de nuestros dirigentes.

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